martes, 22 de marzo de 2016

La huella invisible: humos, polvos y perfumes

por Nadia Martínez Pérez*

Con una portada atractiva y misteriosa el libro número 225 de la colección “La ciencia para todos” del Fondo de Cultura Económica aborda los beneficios y problemas que tienen los gases y partículas presentes en la atmósfera ya sean de origen natural o antropogénico. Escrito por Isaac Schifter, quien recibió el Premio Nacional de Química y labora en el Instituto Mexicano del Petróleo, con el objetivo de mostrar que los productos químicos tóxicos que se incorporan al aire están más cerca de lo que pensamos, en nuestros hogares y sitios de trabajo, sin embargo, a simple vista no los vemos, por ello cobran especial importancia los olores y el sentido del olfato para su detección.

Por lo que, el autor destaca el papel que juega el sentido del olfato debido a que puede funcionar como un sistema de alerta ante la presencia de un elemento o compuesto dañino para la salud, sin embargo, algunas de estas sustancias son percibidas cuando están presentes en concentraciones que superan los límites en los que se ha demostrado que afectan la salud (como el benceno), mientras que otros compuestos los detectamos incluso por debajo de ese límite (p. ej. el ácido sulfhídrico). El mecanismo por el cual el sentido del olfato detecta los diferentes olores no se ha descrito por completo, en mi opinión se debe al poco mérito que le damos al olfato, aunque se sabe que para que las moléculas sean detectadas requieren ser volátiles e interaccionar con las proteínas receptoras de la nariz, del segundo requisito es de donde más se desconoce aunque en el libro se explican brevemente dos teorías formuladas en la primera mitad del siglo pasado.

Detectar la presencia de sustancias tóxicas ha cobrado interés en los últimos años, por lo que se ha planteado crear sensores que detecten los olores mejor que la nariz con el objetivo de alertar la presencia de compuestos tóxicos en el ambiente, nombradas en el libro como “narices electrónicas”, no obstante, considero que resultará imposible simular las funciones de la nariz humana ya que, como se menciona en el libro, el ser humano puede detectar más de 1000 olores aunque sólo existen en la nariz menos de 1000 receptores olfativos, lo cual permite formular una hipótesis que sugiera que los receptores olfativos funcionan de manera combinada, por otro lado, los sensores artificiales antes mencionados sólo pueden detectar pocas moléculas a la vez o son específicos para una molécula o compuesto aunque la ventaja son los bajos límites de detección en comparación con la nariz de los humanos.

Como seguramente sabremos existen, en general, olores agradables y desagradables, el autor menciona que los segundos comenzaron a aumentar después de la revolución industrial causando malestar en las personas (dolores de cabes, náuseas, etc.), en especial cuando en las grandes ciudades la basura y las emisiones de contaminantes se fueron acumulando. He aquí el impacto negativo de las sustancias y partículas emitidas a la atmósfera que aunque en este libro se enfoca en las repercusiones a la salud humana debo destacar que otros organismos también se ven afectados negativamente. Dentro de las mayores fuentes de contaminantes, el transporte motorizado es uno de los que más aporta a la atmósfera, sin embargo, el autor pone especial énfasis en la emisiones de contaminantes que menos imaginamos pero que cotidianamente utilizamos o estamos en contacto con ellos como los productos de limpieza, pinturas, lacas, material de construcción que causan malestares como irritación de la nariz y garganta, ardor en los ojos, etc. Por el contrario, no sólo los olores desagradables causan malestar las fragancias o colonias también pueden causarnos malestar, ¿increíble?, el problema no es olor en sí, sino la naturaleza de los químicos empleados para su producción (muchas veces se utilizan sustancias sintéticas como los derivados del petróleo). Más allá de las fragancias y perfumes, las sustancias sintéticas se han utilizado en otros productos de uso común como en los pesticidas, solventes, cosméticos, adhesivos, entre otros. Esto me pone a pensar que estamos demasiado expuestos a sustancias que pueden resultar dañinas, resulta lamentable que desconozcamos (o se restringa esta información) lo tóxicas que pueden llegar a ser y que sólo exista reglamentación para unas cuantas sustancias como los compuestos orgánicos persistentes (COP), por ejemplo, el DDT, las dioxinas y furanos que luego de causar daños letales en la población fueron prohibidos a nivel internacional.

Pero, no te sientas tranquilo aún porque los efectos en la salud no sólo pueden deberse a la inhalación de la sustancia sino también a su consumo, en el libro se explica porque algunas sustancias pueden disolverse en el agua y ahí ser ingeridas por los animales acuáticos que posteriormente puede pasar a formar parte de nuestra alimentación, a este paso de la sustancia tóxica por la cadena alimenticia se le llama biomagnificación que además, se caracteriza porque el consumidor final ingerirá en mayor cantidad la sustancia tóxica.

Otro de los elementos presentes en la atmósfera es el polvo, incomprendido por la sociedad como el sentido del olfato, por ello la cita de Alfred Russell Wallace utilizada en el libro:

“El polvo produce más beneficios que daños a la humanidad, las quejas de la gente son consecuencia de la manera en la que se aprovechan los recursos naturales…”

La última parte de esta frase hace referencia a la extracción y uso de recursos naturales como el petróleo propician la emisión de contaminantes particulados. El autor del libro resume la importancia del polvo desde la dispersión de luz que da un color azul al cielo, así como los coloridos atardeceres hasta la formación de nubes, niebla y por lo tanto lluvia.

El polvo puede provenir del exterior del planeta, recordemos que uno de los componentes del Universo es el polvo cósmico, por ejemplo, se puede observar formando los anillos de Saturno o en la cola de un cometa, asimismo se origina dentro del planeta Tierra ya sea por procesos naturales como la erosión de las rocas de la superficie terrestre o por procesos antropogénicos como la emisión de partículas durante la quema incompleta de combustibles fósiles, la pulverización de rocas para extraer metales, entre otros. Pero, ¿es dañino para la salud? sí, el autor muestra además de los beneficios del polvo, los efectos negativos en la salud humana que están relacionados con la composición química de la partícula (plomo, sílice, asbesto, entre otros), el tamaño de la partícula y la concentración de las mismas. Las consecuencias del polvo a la liberación de estas partículas durante la extracción, producción y uso de recursos naturales que terminan afectando de manera directa a los trabajadores que laboran en la cadena productiva de algún material.

Este libro cuenta con un lenguaje sencillo y claro en la mayor parte del texto, sin embargo, considero que en los temas relacionado con la descripción física de fenómenos óptico aquí explicados deberían de utilizarse esquemas con la finalidad de que se entienda mejor el proceso. Además, algunos conceptos deberán incluirse en el glosario si se quiere que sea un libro para todo público.

En general, recomiendo ampliamente la lectura de este libro para estudiantes de bachillerato en adelante ya que es necesario conocer los peligros a los que estamos expuestos todos los días al hacer uso de sustancias tóxicas que desconocemos que lo son, sin ignorar los beneficios que algunas partículas para la vida.

*Ciencias de la Tierra
nadesh.imap@ciencias.unam.mx
FC-UNAM ~2015

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